La Congregaci\u00f3n avanza ahora por sus sendas menos brillantes. Atr\u00e1s queda la emoci\u00f3n de la elecci\u00f3n o del encuentro con el Papa Francisco. Ahora se pone en marcha la maquinaria de un \u00f3rgano de deliberaci\u00f3n, para ello pasamos las horas leyendo documentos, escuchando intervenciones y sopesando argumentos. Tambi\u00e9n tenemos tiempo para orar y reflexionar antes de las votaciones que decidir\u00e1n el acuerdo, o no, con las propuestas. Si a ti, amable lector, te parece un poco aburrido lo que describo, es cierto, lo es. Pero no estamos aqu\u00ed para divertirnos.<\/p>\n
Y tampoco es una queja. Sencillamente describo el momento que nos toca vivir. Pero, adem\u00e1s, las condiciones son excelentes para lo que debemos hacer. Discernir, buscar la voluntad de Dios en nuestra vida es un ejercicio intenso, muchas veces frustrante, casi siempre intuitivo y muy pocas veces luminoso y radiante. La mayor parte de nuestras decisiones las tomamos en un r\u00e1pido equilibrio entre intereses, sospechas, certezas, temores y convicciones. Nuestras decisiones no son siempre discernimientos, pero casi todos nuestros discernimientos terminan en decisiones.<\/p>\n
El discernimiento nace de una convicci\u00f3n, sin duda ingenua, pero de una densidad de vida notable: es posible ajustar nuestra vida a la voluntad de Dios. Reconocemos la voluntad de Dios como expresi\u00f3n del amor y el perd\u00f3n de Dios, que hemos conocido en Jesucristo, y que podemos experimentar por la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo. Y si la posibilidad de una voluntad de Dios parece como una cierta amenaza a nuestra libertad hablemos entonces, sin miedo, de un sue\u00f1o de Dios para el mundo y tambi\u00e9n para m\u00ed. El discernimiento no es un juego de dos voluntades que buscan imponerse, sino el encuentro de dos libertades que quieren, precisamente, encontrarse. Y entonces, establecer una alianza. Un pacto fundado en la mutua donaci\u00f3n y que dura lo que nosotros seamos capaces de mantener, porque por el lado del Se\u00f1or no se rompe nunca.<\/p>\n
La Congregaci\u00f3n es un ejercicio, complejo e intenso, de discernimiento comunitario. Si la experiencia del discernimiento tiene mucho de aventura emocional (distinguir lo que nos impide ser libres, reconocer nuestra fragilidad y confiar m\u00e1s all\u00e1 de nuestro c\u00e1lculo estrecho de costes y beneficios), la experiencia del discernimiento comunitario tiene el aspecto de una orquesta tocando hermosas piezas. En nuestro caso la orquesta ha ensayado junta \u00a1muy pocas veces! Y, sin embargo, a medida que pasan los d\u00edas, vamos avanzando en la comprensi\u00f3n de un sentir com\u00fan. La din\u00e1mica de grupos ayuda, la gesti\u00f3n de la diversidad cultural es imprescindible, pero m\u00e1s profundo que eso est\u00e1 la sensaci\u00f3n -gozosa- de sentirnos conducidos. Ese ser\u00eda el gran secreto de esta asamblea, la voluntad -el sue\u00f1o de Dios- nos va haciendo converger. La consolaci\u00f3n es como la luz que nos va mostrando el camino, por eso, un aplauso espont\u00e1neo puede ser m\u00e1s convincente que muchos discursos.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
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