Antes del comienzo de nuestra reunión en Roma llamábamos la atención sobre los cambios demográficos que se dan en esta Congregación General, enfatizando en concreto el crecimiento de miembros venidos de las provincias del Sur del mundo. Este crecimiento, que refleja sobre todo el mayor volumen de vocaciones en Asia y África en los últimos años, tiene otra interesante lectura, que viene dada por el envejecimiento de los miembros de la Compañía de Jesús en regiones como Europa o las Américas.
El continúo aumento de la edad media de los jesuitas en algunas regiones del mundo lanza nuevas preguntas a la Compañía de Jesús acerca del cuidado de los jesuitas mayores y la configuración de provincias y comunidades con cada vez mayor número de ancianos. Hay provincias que han establecido incluso nuevos cargos en el gobierno de la provincia para el cuidado de los jesuitas mayores. Hemos dialogado sobre el tema con el P. Cipriano Díaz Marcos, SJ, delegado para la Tercera Edad y su Preparación en la provincia de España.
En general, para el P. Díaz, no se trata de nada extraño, puesto que estamos cuidando a nuestros mayores como parte de la misma familia. “Como comunidad – dice – nos sentimos responsables unos de otros.” El reto principal, además del cuidado oportuno, es enfrentar las disminuciones desde nuestra propia espiritualidad. “Nuestra propia espiritualidad nos habla del voto de pobreza, y quizá la ancianidad sea un momento de despojo, de entrega, un momento de rendición personal que podemos vivir de manera espléndida como nos enseñó el Padre Arrupe cuando hubo de dimitir como General de la Compañía de Jesús por problemas de salud.”
En una interesante reflexión, el P. Cipriano comenta como aquí tenemos también una oportunidad de entender mejor la teología de la vida religiosa: “La ancianidad nos dice que la Vida Religiosa tiene mucho de pasividad, de entrega, de donación […] y este es un momento también para recuperar esas claves de la teología y de la espiritualidad.”