Aunque ya tuvo lugar Pentecostés y el mensaje del Evangelio se ha oído en todo el mundo en muchas lenguas, una reunión internacional como la Congregación General necesita el apoyo de servicios de traducción. Antes de la Congregación, se dijo a todos los delegados que habría tres lenguas oficiales de uso en el aula durante los principales actos de la Congregación: inglés, español y francés. Dispondrían de traducción simultánea, en el aula, entre esas lenguas. También podrían elegir el uso del italiano y se les traduciría en las tres lenguas oficiales. Durante las funciones litúrgicas y las oraciones matutinas, se propondrían cantos y oraciones en bastantes otras lenguas. Finalmente, también quedaba claro desde el principio que los documentos escritos producidos por y para la Congregación se publicarían solo en dos lenguas: inglés y español. Se había determinado que todos los miembros de la Congregación tenían, al menos, un manejo pasivo de una de esas dos lenguas.
El trabajo de interpretación simultánea venía compartido por unos diez jesuitas de un buen número de países de todo el mundo: España, Francia, Chile, Zimbabue, Malta, Sudáfrica, la República Democrática del Congo y la India. Cada uno traduce habitualmente a su lengua materna, desde una o dos lenguas. Cuando no se les necesita en el aula, por ejemplo, durante las reuniones de grupos regionales, a menudo contribuyen, con otros miembros del equipo regular de la curia, a la traducción de documentos escritos. Y no pueden ser lentos… porque podrían necesitarse los documentos para la sesión de la mañana siguiente.
Hemos pedido a algunos miembros del equipo que nos cuenten algo sobre su trabajo.
Después de muchos años de vida apostólica en muy distintos campos de acción y países, y sin ningún cargo de gobierno, tengo la impresión de vivir en el corazón de la Compañía, en el mismísimo movimiento de la sangre que circula en todas las direcciones para irrigar y nutrir la periferia en la que, antes, había vivido. Es una gran oportunidad para ver en marcha el proceso de gobierno y es también una gran experiencia espiritual. (Pierre de Charentenay, Francia)
He hecho este trabajo en la Compañía, en reuniones internacionales, desde 1987, si bien nunca había tenido la suerte de participar en una CG. Sin lugar a dudas, la gracia que he experimentado, ha sido la de ver la fe verdadera de todos los presentes en la Congregación, de que el Señor nunca nos abandona a nosotros, su pueblo. Eso era tangible durante los días de preparación para la elección. (…) Cuando miraba abajo, desde la cabina de traductor, tenía ante mí el panorama de nuestro mundo representado por mis compañeros jesuitas unidos en la oración como los primeros padres unidos con Ignacio en Roma hace algunos siglos. (Pierre Grech Marguerat, Malta)