«Proclamo la convocatoria de la Congregación General 36 en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Con estas palabras, el 8 de diciembre de 2014 el Padre Adolfo Nicolás convocaba la Congregación General 36 de la Compañía de Jesús, fijando la fecha de comienzo para el 3 de octubre de 2016. Como está previsto en las Constituciones, se requieren un par de años para el proceso de preparación. Dos son los motivos principales que han llevado a la convocatoria de la Congregación General 36: elegir un nuevo superior general y revisar las orientaciones de la Compañía para el inmediato futuro, con particular atención a las nuevas estructuras de gobierno.
La asamblea plenaria dió comienzo oficialmente en la tarde del 2 de octubre, con una celebración eucarística en la Iglesia del Gesù, presidida por el padre dominico Bruno Cadoré. Durante la homilía, el gran maestro de la Orden de Predicadores exhortó a la Compañía a la «audacia de lo improbable», un leit motiv que ha vuelto a escucharse diversas veces en el aula.
El día siguiente, los 215 electores se reunieron en la renovada aula de la Congregación, en la Curia General. Uno de los primeros actos formales de la congregación ha sido la aceptación de la dimisión de Adolfo Nicolás y el nombramiento por parte de este último de un vicario general, el padre Jim Grummer, que ha dirigido la asamblea hasta el momento de la elección del nuevo padre general. Después la Congregación ha entrado en la fase del «De Statu», un momento de reflexión sobre la situación actual de la Compañía en el mundo. Se trataba de comprender cuál era el perfil de padre general más apropiado para gobernar en este momento histórico.
El 10 de octubre se inició la fase de las «murmuraciones», cuatro días de oración, de diálogos libres de dos en dos y de reflexión personal para encontrar qué persona podría ser conveniente para el perfil que se buscaba.
En la mañana del viernes 14 de octubre la Congregación comenzó la elección. Alrededor de mediodía el nombre del nuevo padre general se difundió por todo el mundo: el padre Arturo Sosa, de 68 años, originario de Venezuela, actual delegado de las casas internacionales de la Compañía en Roma. Hombre de profunda espiritualidad, conocido por su cercanía en las relaciones y por sus dotes intelectuales (ha sido profesor y rector de universidad), pero también por su gran experiencia de gobierno y de discernimiento. En su primera conferencia de prensa declaraba querer «mantener el nombre de Arturo», porque así se llamaban su padre y su abuelo, más que ser llamado «general». Y menos todavía «papa negro» porque, dice, «buscamos trabajar en otro nivel de servicio, ayudando al Papa y a los obispos».
El 17 de octubre la Congregación, guiada por su nuevo padre general, inició la fase «ad negotia», una fase en la que se debaten algunas cuestiones importantes que se refieren a la vida ordinaria de la Compañía.
El 24 de octubre, como manda la tradición, los electores se reunieron con el Santo Padre. Una reunión histórica, siendo el primer Papa jesuita. En su intervención, Francisco recordó a la Compañía universal de la importancia del discernimiento que viene de los Ejercicios Espirituales.
En estos días los delegados están trabajando sobre algunos temas específicos. Deben decidir si merece la pena transformarlos en decretos (documentos públicos que se convertirán en patrimonio de la Compañía universal). A lo largo de las siguientes semanas nacerá el nuevo gobierno de la Compañía, con la elección de cuatro asistentes ad providentiam y de los asistentes regionales. Los primeros, elegidos por los delegados de la Congregación, tienen la tarea de mirar por el padre general, por su salud y su estilo de gobierno. Los segundos ayudan al padre general en las cuestiones relacionadas con las asistencias (división jesuita de las regiones del mundo).