El decreto mayor que la Congregación 36 va a producir es el resultado de largas conversaciones sobre el tema: “La Vida y la Misión en la Compañía”. Aunque los textos oficiales no serán publicados por la Curia General hasta dentro de algunas semanas, hoy podemos dar ya una idea del contenido y de los temas principales tratados en este documento.
Recordemos que un comité había sido creado antes de la Congregación para reunir un gran número de proposiciones que habían sido enviadas por las Provincias, “postulados” susceptibles de ser reagrupados bajo el tema general de “Vida y misión de la Compañía de Jesús en el día de hoy”. Durante estas semanas en Roma, este comité -con el apoyo de otros miembros de la Congregación- ha continuado el trabajo. Varios borradores fueron preparados, presentados, discutidos en grupos, y estudiados en el aula por los delegados. Al final, el 10 de noviembre, después de haber sido objeto de un gran número de enmiendas, el decreto ha sido votado y aceptado por la Congregación.
He aquí varios elementos clave de este decreto:
- La situación. Vivimos un tiempo de crisis en un mundo que no encuentra fácilmente sus raíces espirituales y que, incluso, podríamos decir que ha perdido su sentido de Dios. Con los ojos de la fe, los jesuitas – basados en la experiencia ya de los primeros compañeros – queremos participar en el gran ministerio de la reconciliación basada en justicia, fe y solidaridad con los pobres.
- La vida de la Compañía. Para poder lograrlo necesitamos del discernimiento de comunidades bien enraizadas en lo local y al mismo tiempo abiertas a amplios horizontes. La comunidad jesuita es el lugar natural para el discernimiento ordinario, el encuentro y el compartir. Debe de ser una “casa” en la que la simplicidad de vida y la apertura de corazón permitan a los jesuitas el unirse con otros y compartir con ellos.
- A la misión con pasión. De esta forma los jesuitas podrán ser hombres encendidos con la pasión del Evangelio. Para que todo esto sea posible, la base debería ser una constante renovación espiritual basada en nuestra tradición, en particular los Ejercicios Espirituales. Eso dará a los jesuitas la capacidad de inflamar a todos los que encuentren, con una dimensión importante, la de la compasión. Para nosotros jesuitas, la compasión es acción, acción discernida juntos con el fin de asegurar su auténtica calidad.
- Con Cristo reconciliador. Haciendo claramente referencia a la invitación de la CG35, esta congregación recuerda a los jesuitas la centralidad de su papel de reconciliación con Dios, con la humanidad y con la creación, en línea con Laudato Si. Todo ello debería de hacer de los jesuitas baluartes para los que buscan el bien común y que –al mismo tiempo- luchan contra los fundamentalismos, la intolerancia, y todo tipo de conflictos.
Para dar vida a estas indicaciones, La Congregación pide al P. General elaborar objetivos y líneas directrices para la vida apostólica de hoy. Eso nos ayudará a ser parte de esos “hombres y mujeres de buena voluntad capaz de abordar la oscuridad del mundo consolados y guiados por el fuego del amor de Cristo”.